La Gracia te da lo que tu fe no alcanza

Leer Mateo 9:20-22 "Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora"

Amigo mío, si quieres que las promesas de Dios sean realidad en tu vida, no puedes depender de ti mismo. Si dependes de ti mismo -de tu obediencia, de tu bondad, de tu servicio e incluso de tu fe- no serás capaz de recibir las promesas de Dios. Pero cuando tú dependes de la gracia de Dios -que es Su favor inmerecido hacia ti, el cual absolutamente no puedes ganar- ahí es cuando Sus promesas se vuelven realidad en tu vida.

Esto fue verdad en la mujer que llevaba enferma doce años. Ella no iba por ahí diciendo: “debo tener fe… espero que tenga suficiente fe… voy a tener fe hoy… espero no perder mi fe”. No, ella solamente estaba consciente del manto de gracia que Jesús cargaba, de como Él siempre sanaba a los enfermos y de como Él estaba deseoso de usar ese poder en favor de ella.

Cuando la mujer puso sus ojos en el manto de gracia, entonces ¡Jesús vio su fe! Y así fue por gracia, a través de la fe, que la promesa de Dios llegó a ser realidad en su vida (efesios 2:8).

Amigo mío, no te preocupes si sientes que careces de fe. Comienza a ver la gracia que hay en el manto de Jesús y Él va a ver tu fe. Y debido a que Él ve tu fe, vas a recibir el milagro que necesitas.

Completa tu Oración:

Señor Jesús, hoy decido poner mis ojos en tu manto de gracia, creyendo que tu verás mi fe. Dile con voz audible: No quiero depender de mi mismo, ni de mi capacidad ni de mi fe, hoy quiero empezar a depender de tu gracia, pues se que no solamente seré salvo del infierno, sino también de la enfermedad y la ruina aquí en la tierra. Declaro que por gracia soy salvo, soy sano, soy protegido y bendecido. Declaro que es por su gracia y a través de mi fe, que las promesas de Dios se vuelven realidad en mi vida y mi familia, en el nombre de Jesús.

Amén.